jueves, 28 de mayo de 2015

La fractura disidente

Segunda parte. Los Fuenla Blues. Ayer el presidente José Quintana les invitó educadamente (menos mal que no veis mi cara de risa) a irse del pabellón. Bastante jodido está ya el equipo como para, encima, agrandar el cisma.



Reproduzco íntegramente la transcripción de las palabras de Quintana ayer en Onda Fuenlabrada:

La gran mayoría de los abonados y las peñas ha sido crítica con respecto al resultado y como ha estado funcionando el equipo, pero siempre nos ha trasladado su apoyo. Y en estas últimas semanas me lo han venido a trasladar en persona. Bien es cierto que hay una peña que tiene un problema, pero no con el Baloncesto Fuenlabrada, sino conmigo. ¿La razón? No sé, pero viene de hace años. Esta peña ha cuestionado cualquier decisión. Si cuestionas cuando descendemos, también deberían habernos felicitado cuando hicimos las cosas bien.  
Quiero recordar el caso de Biyombo, en el que nos dijeron que éramos unos inútiles y de todo, pero cuando conseguimos el millón doscientos mil que nos debían, nadie nos dijo ‘perdón, me he equivocado’. Tampoco pasó con Ayón, Batista… Es una situación que ni ayuda al club ni al equipo.  
Tienen que reflexionar si tiene sentido que sigan en el club. El día que Joventut se puso por encima en casa, automáticamente se acuerdan de la junta directiva. También pasó cuando Baskonia se puso a 8 o 9 puntos en los últimos dos minutos. Sinceramente, creo que no tiene sentido que, para continuar así, sigan en el Baloncesto Fuenlabrada. Ni que se acojan a unos precios más económicos como peña, ni se acojan a los precios casi a coste cero de los viajes… Para ir de hooligans, que se vayan al fútbol.

ABUSO DE AUTORIDAD


Quiero entenderle. Y una parte de mi juro que quiere darle razón. Porque fomentar este tipo de divisiones internas en un club tan pequeño solo trae desgracia. Y hablo para todos, no cargando contra el presidente. Hablando de una forma generalista, no se le podría quitar la razón a su argumento. El problema viene con el trasfondo que oculta. No carga contra una división particularmente crítica con el club. Sino contra su persona. Y eso es lo que escuece y deja un regustillo de venganza cuando se puede hacer uso de autoridad.

De la misma forma que, dadas las circunstancias actuales, es partidista lanzar críticas en público, lo es cuando vienen en sentido contrario. Ampararse en no apoyar al equipo durante los partidos por corear cánticos contra el presidente durante treinta segundos es igual de demagogo. Quintana se equivocó. Todos lo saben. Lo peor es que lo hizo a conciencia. Suerte que hoy un tipo como Ferrán, con experiencia en ambos lados de la pista, salió al paso poniendo calma con argumentos mucho más sólidos y razonables.

Y sí, conozco qué hechos que han llevado a Baloncesto Fuenlabrada, como club, a tomar medidas legales por “amenazas, insultos y calumnias haciamiembros del consejo de administración y trabajadores del club”. No hay justificación alguna para comportamientos así y, en ese sentido, no puedo sino posicionarme en su favor. Hay que respetar los límites de la crítica y orquestarla de forma cívica. Incluso, si mi información no falla, se ha registrado algún acto de vandalismo contra uno de los directivos. Espero que se esclarezca.

En ese sentido, no podemos restar razón a Ferrán López, que también pasó hoy por Onda Fuenlabrada. Pero hay que aceptar que, como directivos visibles, sean quienes carguen públicamente con los dedos acusadores públicos. En ese sentido, reitero, expresemos el descontento y, como haré ahora, encontremos soluciones. Pero no sobrepasemos límites. Flaco favor haríamos al Fuenlabrada si, en lugar de buscar críticas constructivas, las hacemos con afán de destruir. 


Entiendo que el aficionado esté molesto por las decisiones del club. Es imposible contentar a 4.000 personas. En algunos casos parece que sea odio. Y cuando llegas a ese punto pierdes toda la razón. Ladrones, caciques… No se en qué se basan ni por qué llegan a ese punto. Es normal la crítica, repito, pero no se puede llegar al insulto ni la descalificación. No se puede llevar al tema personal porque se pierde la razón. Y les hay que critican por un tema personal más que de gestión. 

¿EN EL MISMO BARCO?


En última instancia, tal vez debamos preguntarnos hacia dónde debe ir el club. Y replantear los principios que rigen el mismo. Fuenlabrada, que siempre ha hecho gala de ser un club entregado a su afición, no puede permitirse el lujo de que máximo dirigente aparezca haciendo más sangre en una herida por muchos años abierta. Y tal vez quepa el argumento de decir que es solo una peña, que el resto de aficionados no ha mostrado su descontento. Puedo rebatirlo. Soy más sociólogo que periodista, afortunadamente.

Para no aburriros, os hablaré muy brevemente de una teoría sociológica llamada “espiral de la mentira prudente” (si hay alguna mente curiosa puede consultar el libro de Tim Kuran “Private Truths, Public Lies. The Social Consequences of Preference Falsification, también en español). Según su teoría, mentimos falsificando nuestras preferencias analizando los costes de expresar nuestra opinión. En ocasiones, nos consideraremos más beneficiosos para nosotros mismos expresar lo que él llama una “mentira prudente” y, en otras, según el contexto y la situación en la que nos encontremos, nos animaremos a decir la verdad.

Quiero decir: igual, como dice Quintana, algunos aficionados de otras peñas hayan expresado sus críticas también. En persona hablando con él, como dice. Pero no contra él ni la directiva. ¿Por qué? Porque pocos son tan valientes para atreverse a exponerse a un careo en el que liberen todo lo que realmente piensan. Así que escogemos la mentira prudente. Cargamos contra jugadores sin compromiso, contra entrenadores que se equivocaron en sus decisiones… Los Fuenla Blues sí han tenido bemoles de manifestar su descontento desde hace años. No son los únicos, pero sí los más visibles. Toca asumirlo y, en el mejor de los casos, quizá fuera pertinente que una de las tantas reuniones mantenidas con las peñas fuese para apaciguar los ánimos con ellos y tratar de explicarles cómo ha sido la gestión en este tiempo. Algo parecido a lo que Ferrán ha tratado de hacer hoy, pero de forma directa. 

El conocimiento es poder. Y, a lo mejor, y solo a lo mejor, las peñas comprendiesen algunos porqués de las decisiones tomadas por la directiva. Pasado el calentón inicial, es obvia la necesidad de encontrar soluciones, no culpables.

  1. Primero: replantear los valores e imagen que quiere transmitir el club.
  2. Segundo: necesidad de cambios, nuevas iniciativas y modernización. Urgente, apuntaría. Los recursos económicos son los que son. El mercado donde compite Fuenlabrada es cada vez más amplio. Quizá aire nuevo traería otra forma de ver la situación. 
  3. Tercero: abrir el círculo de información. A menudo, Fuenlabrada ha sido un club demasiado opaco, generando rumores, con o sin fundamento, y un ambiente viciado. No quiero decir que ahora pongamos paredes de cristal pero, al menos, si la idea central seguirá siendo el aficionado, que este tenga el derecho a conocer con exactitud los problemas que afectan a todos.
Podría apuntar muchas más. Pero no puedo ser exhaustivo. Y criticar sin ofrecer soluciones es mezquino y demagogo, palabra que ya empleé antes. Ya no se pueden cambiar las acusaciones vertidas contra los Fuenla Blues, aunque fuese sin nombrarles siquiera. Pero seguro que estos - y todos - olvidarán toda rencilla pasada si aprecian cambios palpables. No necesariamente en las personas que conforman la directiva, sino en el trabajo; el esfuerzo; la imagen que transmite el Baloncesto Fuenlabrada. Aún no es tarde para volver a reflotar equipo, afición y despachos. En sus manos queda. En su capacidad de autocrítica, más bien, está el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario